lunes, 24 de marzo de 2008

La segunda vez que me descubrieron fumando, fue junto a un amigo con el que me escape de clase ya que no quería estar en ella. Nos fuimos para la parte de atrás del colegio, detrás del auditorio, y ahí prendimos dos cigarrillos como si nada y nos lo fumamos con la mayor tranquilidad del mundo. Segundos después de haber botado la colilla, paso un aseador; yo todavía tenia el humo en la boca, y tuve que esperar a que se fuera para poder botarlo. Nosotros pensamos que el no le diría nada a nadie. Una hora después, cuando ya estábamos en clase, vino el coordinador a buscarnos, nos saco del salón y nos llevo a su oficina. Nos dijo que le habían informado que estábamos fumando, nosotros negamos todo y fue tanta la vehemencia, que al final nos creyó, y mi amigo, en una acción casi maquiavélica, le dijo: "Mire, le entrego mis cigarrillos, simplemente para que vea que no fui yo, yo lo acepto, yo fumo y aquí todos saben, pero yo respeto las reglas de la institucion, aquí los tiene".

No hay comentarios: